Deseducate, sé humilde, sé simple. Inclinate ante la grandeza de una flor, de una nube, de un insecto. No seas nada. No seas nadie. Sé literalmente una nada. Y cuando estés completamente vacío, el recipiente se puede llenar de todo lo que realmente sos de verdad. ¿Quién puede herir a un ego que ya está vacío? En ese momento ya sos invencible, ilimitado, eterno
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