Decidí que iba a hacer algo al respecto y después me di cuenta de que estaba vencida. Tomé conciencia y pensé: no voy a hacer absolutamente nada, porque no hay nada que pueda hacer.
¿Qué puede dolerle a Alejo?
¿Qué puede hacerlo reaccionar?
Nada lo toca, nada lo conmueve, es intocable, es una pieza del museo de cera de Madame Tussauds.
No había cómo derretirlo, cómo oxidarlo, cómo siquiera hacerle una ralladura. No. Alejo Magno, en inconmovible, había ganado la batalla una vez más y yo no era capaz siquiera de defenderme.
Las mías fueron siempre batallas perdidas.
Abzurdah
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